Jorge Luis Montealegre Torres hace una curiosa reflexión sobre cómo hay un componente “natural” que empuja a modificar nuestra estética de forma artificial, aunque la conclusión final sea todo un engaño genético. No sé si me convence pero es para pensarlo. Los cambios estéticos y el camelo genético.
«¿Qué pasa entonces cuando nos apareamos o reproducimos con un individuo que ha transformado su apariencia de forma semipermanente o permanente? ¡Pues que somos engañados genéticamente! Los caracteres que observamos en él no serán trasmitidos a nuestra descendencia, es decir, aquellos hermosos cuerpos esculturales, cabellos y ojos de atractivos colores, sonrisa perfecta, abdómenes marcados, glúteos redondeados, pechos perfectos… etc., no los poseerán nuestras crías, sólo servirán para atraer una pareja, aparearse con ella y engañarla de forma genética.»