Pablo Jáuregui, en Un corazón fabricado en el laboratorio, nos habla del éxito reciente de la construcción de órganos artificiales en laboratorio. Me recuerda el dualismo materia / forma de Aristóteles: llene con sus células la estructura del corazón de otro.
«Para lograr este avance biotecnológico pionero, los investigadores aplicaron un método al que han bautizado como ‘descelularización’. La idea es extraer todas las células de un órgano –en este caso, el corazón de un animal muerto–, dejando tan sólo su ‘andamiaje’ de tejidos internos. “Es como si a un edificio le quitas todo menos la estructura básica de pilares y vigas que lo sostiene”, explica Doris Taylor.
Tras descelularizar por completo el corazón de una rata muerta, el siguiente paso del experimento fue inyectar células cardiacas de roedores recién nacidos en este órgano sin vida y cultivarlas sobre esta estructura en el laboratorio. Los resultados de la técnica fueron espectaculares: cuatro días después de sembrar el tejido del corazón muerto con las células neonatales, el órgano bioartificial empezó a contraerse. Y ocho días más tarde, latía con normalidad.»
2008-01-19 11:59
Obviamente el tema me interesa. Decir que la palabra éxito hay que matizarla y mucho. Y sino pregunten al cardiólogo, lo correcto es que se abre una nueva vía de investigación, como sucede en el implante de células madre en un corazón humano para regenerar el músculo dañado tras un infarto: tambien un éxito relativo.
Este tipo de noticias lanzan un falso mensaje: Tu jode tu corazón, no lo cuides, que si se estropea vas al chapista y te lo deja como nuevo. Puede que sí, pero de momento (y durante mucho tiempo) me da que no.
2008-01-19 22:09
Totalmente de acuerdo. La interpretación de los periódicos de resultados de investigación positivos son: ¡en la calle mañana! Esta es la diferencia entre Ciencia y Tecnología, ni más ni menos: desde E=mc2 hasta la explotación de la energía atómica mediante fisión pasan casi 40 años, y la explotación mediante fusión aún no se ha conseguido, 100 años después del descubrimiento de la masa y la enegía. Y eso que en el caso de la energía atómica el proceso fue impulsado por las aplicaciones militares.
Vamos, que del dicho al hecho hay un gran trecho, como dice el refrán. A veces, un trecho infinito.
Por eso suelo mirar con excepticismo las noticias de avances en medicina, y efectivamente, si se analiza la noticia, queda mucho por hacer.
Sin embargo me llamó poderosamente la atención el procedimiento empleado en este caso. No sé, tiene buena pinta, lo que no significa más que lo que es: un trabajo de laboratorio enormemente original.