A raíz de una foto que hizo Martin Muncaksi al portero de fútbol brasileño Moacyr Barbosa, Antón Castro (aunque no sé si es él el autor) nos trae esta preciosa historia sobre el guardameta que tuvo la mala suerte de encajar el último gol en la final del Mundial de 1950. O goleiro maldito.

« El orgullo de Brasil estaba a punto de ser pisoteado. Nadie lo entendía. Nadie lo entendió: la gente salió a llorar a las calles, a mesarse los cabellos de pena, y una veintena de seguidores llegó al suicidio. Aquel 16 de julio de 1950 fue peor para Brasil que una guerra civil. Y el culpable tenía nombre propio: Moacyr Barbosa. A nadie le importó que jugasen once, nadie quiso reconocer la impotencia de la escuadra de casa y el arquero pasó a ser considerado una figura aciaga, el apestado, el culpable, el criminal de las ilusiones de toda una nación. Ni uno sólo de sus compañeros salió a defenderle y desde entonces el nombre Barbosa era sinónimo de fatalidad, mala suerte o tragedia. »