Luis Miguel Madrid reivindica para la educación un sistema vigente en el siglo XIX y principios del XX denominado Lecciones de cosas suena un poco a nuestra desastrosa LOGSE (aprender a aprender), pero hay cosas interesantes, como el hecho de basarse en la lectura, la escritura y el cálculo.
«Las Lecciones de cosas partían de tres prioridades: leer, escribir y calcular, como lecho para sustentar la pirámide de conocimientos. A través de ellos el profesor debería inculcar en el alumno la práctica de lectura extensiva, la valoración de la experiencia y el cultivo de la curiosidad. El papel del alumno era evidentemente mucho más activo y el profesor, menos protagonista, ejercía más bien como guía o como inductor de planteamientos o ejemplos válidos para que el alumno operara libremente y ejercitara las facultades según el orden natural del desarrollo. Sheldon, en su manual de Lecciones de cosas publicado en Londres en 1855 planifica el aprendizaje en varias series graduales partiendo de la percepción, el vocabulario y la expresión para poder grabar en la mente los conceptos y después reproducirlos hasta llegar, a través del desarrollo de las impresiones, la práctica y la comprobación, a ejercitar el libre y correcto manejo de los razonamientos y el juicio.»