No es que Catherine-Aimée Roy desvele en su artículo La verdad sobre Afganistán asuntos que no se hayan tratado antes, pero no está mal recordar de vez en cuando qué tipo de guerra se libra en ese país y a quién y a qué se está ayudando.
«Además Estados Unidos puede sacar varias ventajas de la localización geográfica de Afganistán. Al establecer tropas militares de la OTAN en suelo afgano tiene, por supuesto, la posibilidad de actuar rápidamente en Irán, pero también en otros países que podrían mostrarse amenazadores. Se habla entre otros de Pakistán y la India, donde los estadounidenses debieron intervenir en 1998 para evitar que se utilizase el arma atómica en el marco de las tensiones en torno a la región de Cachemira. Luego, aunque la Guerra Fría finalizó con la caída de la URSS, la gran potencia mundial puede, con su presencia en Afganistán, supervisar de cerca las actividades de Rusia y sus países satélites. Además el auge económico de China tiene algo de inquietante para Occidente. Si China se volviese demasiado peligrosa sería más fácil intervenir desde Afganistán. En resumen, el emplazamiento geográfico del territorio que los estadounidenses se lanzaron a ocupar tras el 11 de septiembre de 2001 les permite tener a la vista los países como Irán, Pakistán, la India, Rusia y China.»