La libertad y el monstruo de espuma, de Mario Roberto Morales, comienza con un aforismo de Benjamin: «ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin temor», y a partir de ahí desarrolla la teoría de que la sociedad y sus estructuras de poder promueven un eterno estado de no aceptación de uno mismo.
«Si nos preguntamos acerca de todo lo que nos impide alcanzar este estado de armonía, nos damos inmediata cuenta de que el sistema educativo, las religiones, la política, las “buenas costumbres” y el mercado es lo que nos enseña, en su conjunto y mediante su acoso, a no estar a gusto con nosotros mismos impeliéndonos a “ser mejores” según estándares inalcanzables, ya que si se alcanzaran, el negocio que produce la culpa y la frustración quebraría irremediablemente. Somos sujetos del temor porque el temor es rentable. La dicha no lo es. Ni la libertad. Tampoco la felicidad ni la paz.»