Curiosa la vuelta de tuerca que le da Daniel Innerarity a la desconfianza hacia la política en sí y hacia los políticos en particular. Lo que a priori puede parecer un hastío democrático el autor lo ve en cambio casi como un síntoma de buena salud. Elogio de la desconfianza. ( Ref: Anboto).
«Hemos entrado en la era de la desconfianza, en la que ya no se moviliza positivamente sino que se multiplican los votos ‘de protesta’. No votamos tanto por algo como contra algo; para cerrar el paso al peor y a lo peor, para bloquear o impedir. La capacidad de neutralizar es incomparablemente mayor que la de configurar. La sociedad se aglutina con más facilidad en torno a la indignación que a la esperanza. Esto lo saben los agentes políticos y por eso prefieren insistir en la maldad del contrario que en la bondad propia. Con este recurso no resulta extraño que todo el sistema político termine tiñéndose de connotaciones negativas.»