Tras leer Sin lugar para los débiles, el artículo de Tomás Eloy Martínez sobre la película del mismo nombre de los Hermanos Coen, a uno le entran prisas metafísicas por verla cuanto antes. Habla de una obra maestra de la angustia y el desencanto; basada en una novela de Cormac McCarthy.
«Como M, las mejores obras de ese linaje aparecen en las épocas de incertidumbre y desencanto. Sus héroes son perdedores sin remedio, que se alzan contra villanos cínicos y políticos corruptos, pero no para limpiar el mundo sino para expresar desdén por un futuro sin esperanza. Suceden siempre en las fronteras entre una época y otra, y sus personajes jamás son de una pieza. Van y vienen del mal al bien y, como no saben dónde detenerse, por lo general se quedan en el ambiguo limbo entre los dos. »