A Néstor Sappietro no le gustan las fábulas clásicas o, mejor dicho, las enseñanzas crueles y maniqueas que se desprenden de ellas. Las trae a colación de la noticia de que en el norte de Argentina un niño fue tiroteado por robar verdura en una finca. Samaniego y Cortázar en las esquinas del hambre.
«Digo esto porque las fábulas y sus alegorías, en muchos casos, esconden una falsa moral que justifica las conductas más atroces. Los chicos merecen una literatura solidaria donde las hormigas repartan su riqueza y no existan cigarras que pasen hambre. En este tiempo, en nombre de la seguridad, aparecen voces que proponen “licencias de ofuscación” cuando quien dispara pertenece a un sector de la sociedad, y exigen la máxima severidad para las faltas que cometan los desesperados. En este caso, el desesperado tiene apenas 8 años y terminó en el hospital.»