El libro ilimitado, un artículo de Antonio Muñoz Molina sobre la lenta destrucción de la enseñanza, sobre cómo el progresismo traicionó_ (o equivocó) todas sus ideas para condenar a través de la educación a aquellos que se supone ayuda arrebatándoles la lectura.
«Pero no se trata sólo de esa embriaguez, del dulce vicio que le acompaña a uno en la soledad y le hace gratos los minutos de un viaje en el metro: mucho más grave es que la escuela esté fracasando en su tarea de despertar en cada uno sus mejores facultades, de actuar como palanca de progreso social. ¿Qué porvenir laboral tiene un hijo de trabajador o de inmigrante que a los quince años no es capaz de comprender un párrafo de tres líneas? ¿Qué podrá aprender sobre la complejidad del mundo y la de su propia alma quien no cuenta con la luz de las palabras escritas? El nivel cultural y académico de los padres es factor decisivo, asegura el periódico. Subiendo por las escaleras del metro me pregunto con ira y dolor qué habría sido de mí, de tantos de nosotros, si no hubiera sido por la escuela y por el instituto. Nuestros padres, niños en la guerra, escribían y leían con dificultad. En nuestras casas, donde había tan poco, mal podía haber libros. La escuela nos hizo lo que somos.»
2007-12-17 17:37
Antonio Solano lo glosa en su Viaje al fin de la LOGSE. Es un artículo interesante, desde luego, y bonito.
Es agradable saber, además, que los que leemos en el metro —yo en el autobús me mareo— coincidimos en querer saber qué leen los que también leen en el metro. Qué manía tan curiosa.
Un beso.