Los guardianes de la moral, los neoprogresistas, los fachas politicamente correctos se preguntan si deben celebrar una belleza que exaltó al partido nazi.
Ángel Fernández Santos habla de eso en
El malestar de la belleza, sobre la obra cinematográfica de Leni Riefenstahl: “Todo esto, y más, cabe en la inmensa Olimpiada, al que ningún filme de su estirpe alcanza más que a imitar pálidamente. Filmó Riefenstahl casi medio millón de metros de celuloide, para utilizar 6.000 en un montaje exacto, laberíntico y de resultado portentoso.”