¿Cuántas veces vemos una película de hace, pongamos, veinticinco años y no somos capaces de verla normalmente sin que se nos escape la risa por cortes de pelo y hombreras varias? Oti Rodríguez Marchante hace una preciosa reflexión sobre la necesidad que tienen ciertas películas de ser vistas con “ojos de otras épocas” para poder ser apreciadas con sinceridad. La ecuación calidad tiempo-
«Resolver ecuaciones es uno de nuestros deberes, y ahora mismo hay una ecuación que me sume en la sima: la ecuación calidad-tiempo… Qué difícil es poner los ojos adecuados a ciertas películas. Hay algunas, no tantas, que atraviesan el tiempo sin menoscabo; hay otras, de calidad indiscutible también, pero a las que el paso del tiempo les saca la lengua, tal vez incluso por detalles nimios, como la ropa, el peinado, la costumbre o la moral… El modo de hablar, de pensar, de moverse, de comportarse… ¿puede eso modelar los criterios acerca de una película que se consideró buen?… ¿cómo hemos de mirarla para que esos “cambios”, tal vez temporales, no la barran injustamente?…»