En la mayor parte de la Europa del siglo XVI la Iglesia prohibió cantar (o actuar) a las mujeres; para no perder las voces agudas en las óperas, niños prepúberes eran castrados para mantener su voz de sprano cuando fuesen adultos. Los Castrati. La Voz de los Ángeles nos cuenta esa historia.
«Para la operación, al muchacho se le sumergía en una tina de leche caliente con especies, se le sedaba y posteriormente se colocaba cabeza-abajo sobre un tabla (un cutre sistema para evitar grandes hemorragias) donde se realizaba la incisión. (Ver grabado de la época)
No a todos los castrados se les desarrollaba correctamente la voz y la mayoría terminaron en la pobreza y mutilado de por vida, lo que los conducía a pasar por “apestados” durante su existencia y más allá; ya que al no estar “completos” la Iglesia les rechazaba para ser enterrados en tierra sagrada.»