La incierta situación política libanesa genera consecuencias de todo tipo, algunas francamente desconocidas. Tomás Alcoverro habla en El hachís de Balbeck de los cultivos de hachís en las regiones fronterizas con Siria y de su florecimiento en tiempos de vacío de poder.
«Las plantaciones que antaño se extendían por casi toda la superficie de la llanura bordeaban hasta las orillas de la carretera. Los cultivadores se sentían orgullosos de su negocio. Construyeron incluso un pequeño aeropuerto para exportar directamente a Europa y Estados Unidos. Los más ricos vivían en ostentosas mansiones fortificadas y se desplazaban en limusinas y en Rolls Royce. La explotación del hachís de la Bekaa ha florecido siempre al amparo de circunstancias políticas.
Desde la época del imperio otomano y después durante la II Guerra Mundial, y sobretodo a partir de la independencia del Líbano, la región de Balbeck no es solo famosa por sus ruinas romanas sino también por su particular agricultura.»
2007-12-05 01:47
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