Nacho Escolar hace un análisis general, a pocos meses de las elecciones, del extraño punto intermedio entre el federalismo y el nacionalismo español en el que se encuentra en estos momentos en gobierno de Zapatero. Contra la España del eufemismo.
«“Zapatero empezó la legislatura hablando de la España plural y la termina hablando del Gobierno de España”, me recuerda un político catalán. Tiene parte de razón en su queja. El PSOE, que fue valiente al afrontar la renovación del desfasado modelo autonómico, termina estos cuatro años con un giro jacobino, azuzado por las encuestas. Según sus análisis, de todos los charcos que ha pisado el Gobierno durante este mandato –la negociación con ETA, la vivienda, los retrasos del AVE, las Cercanías de Barcelona, el juicio del 11-M o el matrimonio homosexual–, sólo las reformas estatutarias pueden pasarle recibo político en las elecciones. De todas las profecías apocalípticas del PP, sólo ha calado el “España se rompe”. Por eso no se pactó en Navarra, por eso el rey viaja a Ceuta y Melilla, por eso se coloca a José Bono como candidato a presidir el Congreso de los Diputados antes de ganar las elecciones.»