Íñigo Sáenz de Ugarte elabora un texto imprescindible sobre la manera en la que el terrorismo (entendiéndolo como “infundir terror”) ha ido abriéndose paso en la sociedad con la connivencia de las clases dirigentes. En manos de imbéciles peligrosos.
«Todas las medidas puestas en práctica por los Gobiernos de EEUU y Europa desde el 2001 incluían el mismo mantra: lo hacen por nuestra seguridad. En países como España, todo esto no ha provocado una alarma especial. A fin de cuentas, aquí vamos a todos los sitios con el DNI en la boca. Hasta para pagar la gasolina hay que mostrarlo.
Dentro de no mucho tiempo, nos harán un escaneo rápido del iris del ojo para que podamos demostrar que somos quienes decimos que somos. Y al final todos esos datos personales acabarán en un sobre que se perderá en algún lugar recóndito de la geografía de la burocracia.
Es una constante de la historia de la humanidad desde que los hombres empezaron a agruparse en ciudades. El miedo es el mejor factor cohesionador para que los ciudadanos terminen haciendo lo que las autoridades quieren que hagan. El rostro del enemigo va cambiando, la necesidad que siente el Estado por controlarnos, no.»