En Sacco y Vanzetti: ochenta años después Alberto Piris aprovecha la historia de los inmigrantes italianos que fueron ejecutados en 1927 por crímenes que no cometieron para reflexionar sobre la Justicia y los muchos vaivenes a los que se ve sometida, cuestionando su ideal de independencia y equidad.
«Juzgados y condenados por robo y asesinato, su proceso se desplazó enseguida al plano político. Mintieron a la policía, denegando su afiliación anarquista, porque temían ser detenidos por sus ideas políticas e ignoraban que se les atribuían otros delitos, por los que podrían ser condenados a muerte. Sobre esa su mentira inicial se montaron las razones para desechar todos sus argumentos de defensa y se acumularon luego las acusaciones sin pruebas y los testigos falsos. Pero, advierte Zinn, ¿no mentiría un disidente en la Rusia soviética, enfrentado al KGB? ¿Y un judío, ante la Gestapo? ¿O un negro, en la Sudáfrica del apartheid? Todos estos sabían de sobra que la verdadera justicia no les era aplicable a ellos.»