En Annapolis se vuelven a reunir las partes implicadas en el conflicto palestino-israelí y supongo que la mayoría nos preguntamos para qué, pues la experiencia nos dice que de poco o nada sirven. George Chaya analiza los elementos que concuren en esta ocasión, haciendo hincapié en aquellos que pueden de nuevo convertirla en un fracaso: La Cumbre de Annapolis, ¿será distinta a Camp David?
«En las presentes rondas diplomáticas es más que evidente que los interlocutores de ambas partes enfrentan posiciones internas inestables. La coalición que gobierna Israel colapsó y los niveles de aprobación del gabinete se miden en sus puntos más bajos. La eliminación de los asentamientos de Cisjordania constituiría una experiencia traumática para Israel; tanto más, cuanto que las concesiones israelíes (retirada de los asentamientos) son concretas, inmediatas y permanentes, mientras que las concesiones árabes (reconocimiento de Israel y normalización de las relaciones) son abstractas y revocables.
Lo que si es claro de cara al futuro, es que el proceso de paz se fusionará con los conflictos genéricos de Medio Oriente. La conferencia de Annapolis definitivamente no será el fin de un proceso; sino que debería ser el punto de partida de una nueva etapa potencialmente esperanzadora que se debe continuar en futuras administraciones.»