Menudo repasito le da Joe Gillis a la Academia de Cine, y en concreto a su gala de entrega de los Premios Goya. Los giligoyas. La disculpa es que este año han anunciado que los premios a los cortos no serán entregados en la ceremonio, sino en una cena el día anterior. Vamos, como quien sale con la amante. Sin desperdicio.
«Se lo voy a decir con toda la franqueza de la que soy capaz: esas ceremonias que ustedes montan cada año son una mierda, con cortos o sin ellos. Si pretenden dar espectáculo, fallan estrepitosamente: son largas, aburridas, insulsas, con diálogos para los presentadores que dan auténtica vergüenza ajena (y yo sé que al pianista esto no le va a gustar, pero aquí los guionistas tienen mucha culpa, que dichos diálogos supongo que no se escriben solos), con los mismos presentadores empeñados en no ensayar ni una sola línea y fingir luego una espontaneidad de la que carecen, con absurdos montajes sin un mínimo de interés, con unos directores que van a “inquietarse” ellos mismos en lugar de elaborar un espectáculo medianamente dinámico (¿a quién coño se le ocurrió poner aquella rampa kilométrica el año que le dieron el Goya honorífico a Tony Leblanc?) y donde se ha llegado al punto surrealista en el que la parte más atractiva de la gala son… ¡los obituarios!»