Tabasco desaparece y llega la basura. Mil setecientas cincuenta toneladas que, según Diego Osorno, son una bendición para los habitantes de El Diablo: Bonanza en la inmundicia.
«Toda una legión de pepenadores con la cara sucia pero sonriente escarban entre colinas de basura, como se escarba en las montañas donde hay oro. Para la gente como “El Diablo” no está nada mal que la tragedia tabasqueña provoque la recolección de 1750 toneladas diarias de desechos que son traídos hasta aquí.
Días como estos, de malaventura y desgano en general, a ellos los hacen sentirse felices. Multiplicada la basura de la ciudad a raudales, los pepenadores de las afueras trabajan a marchas forzadas. Le pizcan la vida un poco de bonanza. De bonanza en la inmundicia.»