La situación de la tripulación española en Chad ha puesto sobre la mesa la fiabilidad y “honorabilidad” del sistema de adopciones de niños de África y Asia. Mohamed Haddad hace una interesante reflexión sobre este asunto. La adopción no es una acción humanitaria.
«Cuando hay mucha demanda de un producto, siempre sigue la oferta. Y el producto en cuestión son los niños del Tercer Mundo. Las motivaciones no siempre son infames, la mayoría son inocentes e incluso, generalmente, filantrópicas. ¿Por qué los ricos no van a ocuparse de los pobres? Entonces, ¿por qué se prohíbe la emigración a los pobres y se autoriza la de sus niños? Pero para decidir si se puede adoptar a un niño no se pueden aplicar los mismos criterios en Occidente y en el Tercer Mundo. En Occidente la familia es «nuclear»; la condición para que un niño sea «adoptable» es, por lo tanto, la ausencia de su padre y su madre. En cambio en numerosos países africanos la familia es «extendida», es decir, que abarca también a los abuelos y a los tíos paternos y maternos. Todos son solidarios para ocuparse de los niños.»