Rafael Carpintero Ortega, traductor de Orham Pamuk, comparte algunas reflexiones sobre sus traducciones en Traduciendo a Pamuk.
«Lo cierto es que nunca me había planteado esas cuestiones. Creo que un buen traductor es ante todo un buen lector y lo que a mí me emociona es la lectura. No nos engañemos, a la hora de traducir y golpear las teclas del ordenador los árboles no nos dejan ver el bosque y no dan pie a sentimientos demasiado intensos a no ser, como decían en el ejército, “la íntima satisfacción del deber cumplido”. Hay una cita de García Yebra, gran traductor y traductólogo, que hago completamente mía. Según él, la traducción es: “Decir todo lo que dice el original, no decir nada que el original no diga, y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua a la que se traduce”. Me permito insistir en un paréntesis en ése “que permita la lengua a la que se traduce”. Es cierto, lo he podido comprobar en las charlas con otros colegas, que los traductores llegamos a una especie de estado de trance.»