Gusto (en la tercera esquina)
Como en España no se come en ningún sitio, o más bien no se comía. Al menos eso dice Espido Freire, quien se queja de que por muy chovinista que sea la frase desgraciadamente ya no se cumple. ¿Vivimos inmersos en una alimentación penosa? Gusto (en la tercera esquina).
«Sin embargo, en este país donde mejor se come del mundo, el índice de obesidad infantil ha aumentado de manera vertiginosa. La pirámide alimenticia se invierte en proporciones dentro de muchas familias. Las bebidas azucaradas, impensables hace unos años, han colonizado las neveras, con la insidiosa idea de que el agua es aburrida. La nueva campaña institucional que recuerda que los niños han de desayunar de manera conveniente revela que muchos de ellos no lo hacen. Los comedores infantiles cuidan cada vez más una variedad y un equilibrio alimenticio que se pierde en la adolescencia; los jovencitos eligen sus comidas, y lo hacen, en general, guiados por la rapidez, el gusto y su capacidad para trocearla y compartirla. Incorporan el alcohol, y las dietas.»
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2007-10-31 13:19
Pues no estoy “completamente” de acuerdo.
Paralelamente, y en sentido contrario a los procesos que relata, observo un movimiento de interés por la comida de buena calidad, tanto alimentaria como gustativa. Las grandes superficies crean secciones especiales para alimentos selectos, los diarios dedican páginas a la crítica y el saber gastronómico, Internet se llena de bases de datos de recetas, el oliva extra virgen gana adeptos y oferta día a día, los canales televisivos monotemáticos de cocina suben audiencia, crece el interés por los vinos de calidad…
Ciertamente la obesidad infantil y la banalización de la comida “callejera” son problemas a los que prestar atención, pero no nos aquejan solo a nosotros y sus causas son complejas.
Por lo demás, en España se come aceptablemente bien, y con una relación oferta-calidad-precio en restauración bastante buena y que es lo que realmente se echa de menos cuando se sale de nuestras fronteras, aunque reconozco que el español es un turista muy malo en este sentido, sobre todo a la hora de hacer un esfuerzo económico.