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El apasionante mundo del traductor como eslabón invisible entre lenguas y culturas

En El apasionante mundo del traductor como eslabón invisible entre lenguas y culturas Nuria Ponce Márquez defiende el papel del traductor profesional frente a la proliferación de aficionados y máquinas.

«El traductor es, por tanto, responsable nada más y nada menos de que un mensaje, que probablemente no fue concebido para ser traducido, efectivamente se traduzca hacia una lengua meta sin que a los hablantes de esa lengua les provoque ninguna sensación de extrañeza. Para conseguir esto, el traductor debe sumergirse hasta las entrañas del texto origen y dejarse impregnar de toda la carga cultural que dicho texto pretende transmitir para volver de nuevo a resurgir de sus cenizas con el fin de adecuar todo ese mensaje a una cultura meta totalmente diferente. Todo esto conlleva que el traductor no se erija tan sólo como un mero transmisor de palabras, sino como un verdadero eslabón, una conexión tan sumamente versátil que es capaz de entrelazar dos culturas diferentes.

El profesional adopta así la función de eslabón invisible, puesto que el buen traductor debe ser capaz de adecuar un mensaje expresado en una lengua origen a una lengua meta impregnada de una cultura totalmente diferente sin que el receptor detecte que se encuentra ante una traducción. Por esta razón, el verdadero logro de cualquier traductor es el de mantenerse invisible ante los ojos de un receptor meta que concibe el texto que recibe como un constructo nuevo y no como un producto que ha sufrido un proceso de transformación.»

Marcos Taracido | 27/10/2007 | Artículos | Lengua

Comentarios

  1. 26conBroadway
    2007-10-27 14:57

    Si Nuria Ponce se saliera con la suya y los traductores empezáramos a llamarnos «mediadores culturales», este traductor se pasaría a la cría de mandriles. Pero vamos, aparte de la inmensa chorrada, sí: la traducción puede ser un trabajo apasionante. Y mal pagado. Y nada reconocido. Como unos cuantos más.

    Por donde ya no paso es por lo siguiente: «el verdadero logro de cualquier traductor es el de mantenerse invisible ante los ojos de un receptor meta». Ca-ramba. Un receptor meta, nada más y nada menos.

    El invisible

  2. Marcos
    2007-10-27 15:10

    Conste que me paré bastante tiempo en esa frasecita, intentando dilucidar si era errata o boutade.

    Pero aparte de eso, por un lado me parece siempre bien la petición de reconocimiento al traductor (en todos los sentidos), pero por otro el artículo parece algo, como decirlo, conservador. Conservador en el sentido en que resultan conservadores las llamadas a reivindicar, por ejemplo, el periodismo profesional frente al _intrusismo. En el fondo parece una reivindicación del título, obviando que el título ayuda, pero que hay centenares de buenos traductores (y periodistas) que jamás estudiaron carrera alguna. Y en cuanto a las máquinas, sí, duele ver sus traducciones, pero también son una herramienta útil siempre y cuando se sepan sus limitaciones.

    Saludos, vuelvo a la prosa burocrática en la que estoy sumergido asquerosamente y por todavía unas cuantas decenas de horas.

  3. 26conBroadway
    2007-10-27 15:29

    Ah, sí, el típico corporativismo de algunos de los que tienen «carrera», que sueñan con echarnos a todos los demás para tener más trozo de tarta. En fin.

    En cuanto a la traducción automática/máquinas, lo primero que ocurre es que no hay un solo negocio que se llame traducción. De qué tipo de traducción estamos hablando. Una cosa es traducir una base de datos, o cualquier tipo de texto por el estilo, y otra bien distinta traducir una novela. En el primer caso, más tarde o más temprano se conseguirán sistemas automáticos que funcionen. En el segundo, lo tienen crudo: se necesitaría un sistema «inteligente». Yo robot. O sea, un ser humano cibernético. Con lo que volveríamos al punto de partida ;-)

    (Te acompaño en el sentimiento con lo de la prosa burocrática. Yo acabo de salir de la literaria y no quiero volver a ver una palabra en doce siglos.)

  4. josé manuel moreno gonzález
    2007-11-02 17:19

    Echo de menos a traductores como Ramón de la Serna y Puig, fallecido hace ya muchos años, con profundos conocimientos de Historia, Filosofía, Lietratura, y en general asuntos Académicos.
    Como autor, me da miedo que cualquiera de mis obras caiga en poder de alguno de esos intérpretes que sólo traducen al pié de la letra.
    Nuestro idioma español, es el más rico del mundo en palabras , giros, expresiones, y gramática.


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