Carlos Pérez Llana se pregunta ¿A quién benefician los acuerdos entre las dos Coreas?, y tras analizar las diferencias y parecidos entre el caso coreano y el iraní se responde que todo tiene la pinta de ser un “ejemplo” para Irán.
«En segundo lugar, cuesta pensar que el gobierno norcoreano se haya plegado gratuitamente a los designios de Washington; la historia habla por sí misma. En 1994 se firmó un primer acuerdo entre los EE.UU. y Corea del Norte. En campaña electoral, Bush lo desestimó tachándolo de concesivo y cuestionando, entre otras cosas, no haber incluido la capacidad misilística norcoreana y las ventas de equipos militares. Más tarde, la política neoconservadora incluyó a Corea del Norte en el “eje del mal”. El 13 de febrero de 2006, los seis países involucrados en la península EE.UU., China, Rusia, Corea del Sur, Japón y Corea del Norte alcanzaron un acuerdo presentado como un paso hacia la desnuclearización norcoreana. En verdad, se trató de una simple “declaración común”, que no obligó al cierre del reactor de Yongbyon ni al retorno de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía. El fracaso de esta declaración pronto se puso en evidencia: en octubre de ese mismo año Corea del Norte hizo un ensayo nuclear. »