Fue hace cincuenta años; todo un mundo tras la guerra fría y el freno económico a la investigación espacial. Hoy lo recuerda un personaje que probablemente podría decir más de lo que dice: Sergei Kruschev, hijo de Nikita Kruschev. La creación del Sputnik.
«Aquella noche, mi padre cenó con los dirigentes ucranianos. Yo estaba sentado en un extremo de la mesa, sin prestar atención a su conversación. Todo el mundo estaba cansado, pero mi padre no tenía prisa por irse a dormir. Hacia medianoche, se abrió la puerta y el secretario pidió a mi padre que atendiera una llamada de teléfono. Khrushchev regresó sonriendo: el lanzamiento del sputnik había sido un éxito.
Los ingenieros soviéticos comenzaron a diseñar el sputnik en enero de 1956, El plan consistía en lanzarlo con el R-7, un cohete balístico intercontinental en proceso de creación desde 1954, pero el resto del mundo no prestó atención a los vagos pronunciamientos sobre un posible lanzamiento que habían ido apareciendo en la prensa soviética; todo el mundo fuera de la Unión Soviética sabía que los Estados Unidos lanzarían el primer satélite del mundo.»