Alejandro Polanco Masa escribe sobre algunos de sus raros, creadores extraños, peculiares o rayanos en la locura que ejercen en él fascinación especial; Los raros.
«Ahora bien, tengo un raro favorito, alguien muy especial porque además de ser raro, ejercía de ello y se sentía orgulloso de su rareza. Erik Satie, compositor inconformista, discípulo de sí mismo, quien prohibía el paso a su habitación, el mismo que saltaba para no pisar nunca el quicio de una puerta, poeta inclasificable, independiente pero reivindicado, con el tiempo, por surrealistas, cubistas, dadaístas, minimalistas…. ¡Único! Entre sus muchas locuras-genialidades, me quedo con una invención que, en su época, no parecía una idea con futuro, pero que hoy está presente por doquier. Cierto es que había pianistas que con su música creaban una especie de “banda sonora” para las conversaciones de café, por ejemplo, pero Satie iba más lejos, ya estaba pensando en los hipermercados y el hilo musical antes de que existieran. Así nació su Música de mobiliario, ideada para que nadie la escuchara.»