Hace poco, los campesinos nahuas de Texcoco, en México, lograron que sus protestas fueran escuchadas. No se les expropiará para construir un aeropuerto. Por ahora. Eso, sin embargo, ha desatado la furia de ciertos empresarios que, por sus medios de comunicación, piden sangre: la de los campesinos, la del gobierno. Jaime Avilés explica la situación comparando el México actual con el del siglo XVI, delatando la connivencia sangrienta entre conquistadores (empresarios) e Iglesia (Iglesia):
El crímen del padre Onésimo.