César Mallorquí habla del escritor vanidoso. Ahí lo llevamos: «Conozco a bastantes escritores; no muchos, porque no me gusta frecuentar los círculos literarios, pero si los suficientes como para poder hacerme una idea. En general son gente excelente, absolutamente normal, personas agradables, sensatas e inteligentes, y tan sólo unos pocos enarbolan egos que incluso para Borges resultarían excesivos. Pero ésa no es la proporción normal. La mayor parte de los escritores que conozco, y que además son amigos míos, se dedican a la literatura de género y, para colmo de males, al fantástico, lo cual ya pone un poco de sordina a la soberbia. Aunque a veces no mucha, todo hay que decirlo. Pero entre el resto de los escritores, los que venden porque venden, los que no venden por que son demasiado exquisitos, los que ni siquiera consiguen publicar porque están adelantados a su tiempo, entre el resto de los escritores, amigos míos, la vanidad se extiende como una plaga de topillos.» Escritores y otros sinónimos de vanidad.