Javier Rupérez repasa la historia de la intervención americana en Kosovo, el fin de la guerra y las posteriores negociaciones de paz, hasta la actual pretensión de declarar independiente a Kosovo, hecho que en su opinión vulnera el Derecho Internacional: «En esta historia de Kosovo nadie es por completo inocente. Fue siempre absurdo y potencialmente sangriento el fervor nacionalista depositado por los serbios en el antiguo campo de batallas perdidas, torpe y criminal el tratamiento de la población albanesa, insuficiente la actitud de la Serbia post-Milosevic para encarar la gravedad del problema. Como también poseen importante cuota de culpa los albaneses, que han dilapidado la razón que les da el número en la práctica de una política tantas veces reflejada en la de los serbios —grupos terroristas armados, exclusión absoluta del diferente, satanización del contrario—. Y equivocadas las razones de la Federación Rusa —el único miembro permanente del Consejo de Seguridad opuesto al plan Ahtisaari— al tomar partido por los serbios: no está en juego la parroquial solidaridad nacional-cultural-religiosa, sino la posibilidad de hacer posible unos Balcanes post-yugoeslavos cimentados en la convivencia democrática y respetuosa de los diversos en raza, religión o cultura. Sin por ello olvidar a los países occidentales, a lo que parece embarcados sin remedio en una política guiada por el deseo de castigar a los serbios.» El error Kosovo.