Paul Kennedy muestra su alarma sobre el estado “ideológico” de la Rusia de Putin: «Bastará con dos ejemplos: la creación de un movimiento juvenil patriótico y la reescritura no tan sutil de los manuales escolares de Historia rusos. El movimiento juvenil, llamado “Nashi” (“de nosotros”) nació hace un par de años, pero crece con rapidez alentado por organismos gubernamentales decididos a inculcar las virtudes adecuadas a la próxima generación y a usar esos cuadros ultrarrusos para apuntalar el régimen contra la crítica interna.
Las políticas que impulsa Nashi son eclécticas, pero es probable que hubiera podido decirse lo mismo de la Jugend de Hitler hace setenta años. Entre sus principales características se encuentran la reverencia por la patria, el respeto por la familia, las tradiciones rusas y el matrimonio (a este historiador le cuesta resistirse a la frase “Kinder, Kueche, Kirche”), así como un notorio rechazo a los extranjeros. Es difícil determinar si los imperialistas estadounidenses, los terroristas chechenos o los estonios ingratos ocupan el primer lugar de la lista de los que amenazan el estilo de vida ruso.» Es muy peligroso querer reescribir la historia.