¿Pudo alguien en el año 1932 imaginar «una gran red de conocimiento centrados en una red de documentos conectados con hiperenlaces y clasificados y encontrados por motores de búsqueda operados por humanos al otro lado del teléfono que mostrarian los textos mediante pantallas de televisión»? La respuesta es afirmativa.
EWS, en Historia aleatoria de la cibercultura: El padre perdido escribe un interesantísimo artículo sobre Paul Otlet:
«Otlet estaba obsesionado por hacer la información libre y ofrecerla sin limitaciones a cualquiera independientemente de su nivel económico o social. Este motor de búsqueda de papel llegó en 1934 a ocupar 150 salas con 15 millones de entradas inversas y un millón de imágenes disponibles e indexadas usando su sistema decimal sobre las tarjetas y cajetines de almacenamiento estándares».
Lo mismo que Ramoncín.
Lamentablemente, «El edificio, los documentos y las fichas de clasificación fueron casi totalmente destrozadas por las tropas Nazis al tomar Bruselas y convertir el edificio en un museo para exponer el arte del Tercer Reich [...] Otlet murió en 1944 en lo más profundo de una depresión causadas al ser el proyecto de su vida arruinado y ninguneado.