Aristarcos, en Caos y azar, describe de modo conciso y claro en qué consiste el llamado “caos determinista”, citando a dos de sus máximos contribuidores –Poincaré y Lorentz–: «En 1889 Poincaré se presentó a un concurso en el que se pedía determinar si el Sistema Solar era estable o si, por el contrario, cualquier día uno de los planetas podía salir despedido de su órbita sin más. Utilizando la mecánica newtoniana el gran matemático y físico demostró que el sistema era extraordinariamente caótico, es decir, que no se podía predecir la evolución de los planetas. ¿Cómo es posible que utilizando una física que nos permite lanzar satélites artificiales con portentosa precisión, se llegue a la conclusión de que el cosmos es impredecible?»