Antoni Gutiérrez-Rubí escribe sobre la dimisión de Karl Rove, asesor político de George Bush, y su modus operandi: “Si tienes ideas simples (que se pueden retener y repetir) y te diriges al corazón y al estómago de tus electores, hazlo sin vacilar. La determinación es la clave. Ataca sin escrúpulos, destruye a tu adversario con cualquier medio y ocupa la atención mediática con un ruido ensordecedor. No importa hacer trampas… mientras no te pillen. La audacia tiene recompensa. Los electores no quieren pusilánimes ni hipocondríacos. No hay que tener pudor, ni rubor. Si dudas, pierdes. El rumor, la media verdad (tan letal como la mentira entera), la insinuación, el bulo, la crispación, todo vale y no importan los «daños colaterales». En tiempos de incertezas sólo los fuertes pueden presentarse como «la respuesta». Detesta el «centro político» convencido de que se puede ganar la agenda pública desde la radicalidad.” La dimisión del cerebro de Bush.