Fito Páez, sobre Astor Piazzolla y Antonio Carlos Jobim: Iluminados y eternos. “Piazzolla y Jobim nos recuerdan que la academia tiene una dirección exacta en alguna calle de alguna localidad del mundo, y que entonces habrá que dirigirse a ella a fin de aprender algo sobre la expresión musical. No es una tarea sencilla. Además del deseo íntimo de aprender, son propietarios de espíritus incorregibles a la hora de la invención. No hace falta más que recordar la acusación de “americanizar” la música brasilera que lanzó contra Jobim cierto conservadurismo en ocasión de su encuentro con Sinatra; o rememorar el exilio moral al que fue sometido Piazzolla por parte de una pléyade tanguera ávida de falsos purismos.”