Los científicos no suelen merecer tantos obituarios como los cineastas, aunque a largo plazo aburren menos. Pedro Prieto en Stanley Miller contra la superstición: “Su contribución es aún pertinente en nuestro país y notablemente necesaria en Estados Unidos, según lo ilustra el hecho de que, hace apenas unos años, el Consejo de las Escuelas del Estado de Kansas promoviera y aprobara la enseñanza del “Diseño inteligente”, una forma encubierta de creacionismo que desdeña métodos y resultados que han sido escrutados con harto rigor. El experimento de Miller sugiere que todo lo que está vivo (o deriva de los seres vivos) tiene su origen en descargas eléctricas que atraviesan una atmósfera primigenia e impactan un océano tóxico mientras catalizan la síntesis de moléculas necesarias para la vida. Es decir, que tanto los tacos al pastor como quienes los comemos venimos de una descomunal silla eléctrica, así como de sus efectos en la atmósfera primordial y en cargamentos involuntarios de meteoritos”.