Algo en este cuentito de Hernán Casciari me dice más de lo que parece simplemente que dice. Empieza así: “Durante mi primera suplencia periodística me hicieron trabajar en verano, pero no me podía concentrar. Frente al diario estaban construyendo un edificio, y desde temprano había cuatro albañiles subidos a algo, martillando o agujereando cosas. Como el ruido me molestaba y la redacción estaba sin jefes, yo miraba mucho a los albañiles. Había uno gordo, uno joven, uno flaco y uno viejo. Los observaba sobre todo cuando pasaban por allí las mujeres, que es siempre un momento cumbre en la vida del albañil”. Les invito a que lean y piensen sobre el final. Se llama Los cuatro albañiles. Ya me dirán.
2007-08-10 22:13
Es curioso y tiene su gracia, aunque para mi gusto el final un poco cursi y lo estropea. Yo creo que el final de un relato es fundamental porque muchas veces lo levanta o lo hunde y, en este caso, me parece que lo hunde un poco. Los obreros que hasta ese momento me parecía seres con cierta superioridad se convierten en seres un poco más vulgares.