Coincido con Ana Zafra en su sorpresa ante la capacidad de abstracción que tenemos; ella parte del aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima: “Lo escalofriante es la naturalidad. Es la capacidad del ser humano para imprimir cotidianidad sobre las cosas más horrendas. Es comerse un sándwich mientras decides qué ciudad bombardear o fumarte un puro mientras acuerdas una guerra. Es la foto del asesino en un fotomatón con una bolsa de palomitas o el discreto alivio de ver morir a los otros agradeciendo no ser tú. Es escuchar a Wagner mientras gaseas con Napalm. Somos «hombres huecos», dijo T.S. Eliot, y lo peor es que tendemos a llenarnos de indignidades.” El horror, el horror.