La polémica levantada por el ya tristemente famoso juez Ferrín Calamita ha dado lugar a muchas preguntas y debates más allá de la sentencia en sí. ¿Hasta qué punto la ideología o las convicciones religiosas facultan a una persona para impartir justicia? Junjan se lo pregunta en Incompatibilidades Religiosas :“Parecería que ataco furibundamente la libertad religiosa, pero no. Porque no digo que “a priori” se impidiera el acceso a la función pública, no. Sólo digo que ante una demostrada incompatibilidad con su función, esta, sea reconocida. Porque: ¿Y si en vez de hablar de religión estuviera hablando de cualquier determinada linea de pensamiento político? Si un juez, convencido comunista libertario, o positivista, o liberal, decidiera aplicar en sus sentencias algún sesgo que no estuviera expresamente indicado en la ley, pero que emanara de sus convencidas convicciones políticas, ¿habría algún reparo en atacarle un sus convicciones? ¿No se indicaría que la aplicación de sus convicciones políticas personales son incompatibles con su cargo? No lo dudo ni por un momento. Pero la religión, ¡ay! la religión es otra cosa. El tabú persiste y la libertad religiosa no es una carretera de dos direcciones”.