Están a punto de permitir el uso de teléfonos móviles en los aviones. Yo lo veo peligroso, no tanto por las interferencias sino porque el soniquete despertará a todos aquellos que tratan de contener su pánico a volar durmiendo, y cualquiera sabe qué consecuencias puede tener eso. José Aguilar lanza un desesperado grito: “Sólo había dos momentos buenos en un viaje aéreo: cuando sonaba la voz de la azafata diciendo que nadie se quite los cinturones hasta que el avión no se detenga del todo –momento en el que todo el pasaje se desabrocha los cinturones al unísono–, porque entonces ya se piensa que lo peor ha pasado, vamos, que acabó el viaje, y cuando, antes de despegar, se ordenaba el apagado de los teléfonos móviles. Entonces te decías: «Bueno, ya podemos descansar tranquilos. Esto no es el AVE».¿Por qué hablo en pasado? Porque todo lo que puede empeorar, empeora”. ¡En los aviones no!