Juan Villoro da un buen repaso a la relación entre Borges y Bioy Casares en Vida privada de la tradición. Algo largo, pero con patadas a la espinilla: “En su calidad de señores porteños, Bioy y Borges cumplen con pudor un pacto tácito, al que resultaría grosero referirse: uno habla para que el otro escriba, no necesariamente a sus espaldas. Al mismo tiempo, al tratarse de una estrategia no declarada, disponen de mayor espacio de libertad y juego. Carecen de compromiso, de noción de “fidelidad” ante lo dicho; hablan en el tono intermedio de lo que puede ser transmitido pero también puede ser silenciado, las palabras que existen como posibilidad y ensayo, al margen de géneros y formas definidas, equidistantes de la confesión y el olvido.”