Siempre que la publicidad hace saltar la polémica, cuando no el escándalo, me pregunto qué porcentaje del follón que se organiza no está perfectamente calculado para elevar a la enésima potencia los beneficios de la marca anunciada. Alfredo Martín-Gorriz analiza y critica esto en El escándalo negociado: “Hace meses lo pudimos comprobar con un anuncio de una marca de perfumes que hizo saltar al “lobby” feminista, que le hizo la campaña gratis a la empresa. Iglesia, feministas y varios sectores se han convertido de hecho en la gallina de los huevos de oro para multiplicar la capacidad de los anuncios de forma económica. Ponga un efebo semidesnudo con una corona de espinas poniéndole el pie encima del rostro a una virginal muchacha de piel blanquísima y Calzados Rupérez, negocio familiar de gran tradición en Cascajales del Páramo, cotiza en bolsa un mes después.”