El Senado estadounidense acaba de frenar una reforma migratoria que permitiría la legalización de varios millones de indocumentados, muchos de ellos que llevan años viviendo y trabajando en el país: “Lo más absurdo de la decisión del Senado es que dejan las cosas como están. Cada minuto un indocumentado cruza ilegalmente la frontera con México, o viola los términos de su visa, y se queda a vivir en Estados Unidos. Y medio millón se suma cada año a los 12 millones que ya están aquí. Cuando el tema resurja en el Congreso dentro de varios años, el problema será monstruoso.
Pero lo peor es que, con su falta de acción, los senadores están condenando a la muerte a cientos de inmigrantes cada año. El año pasado murieron 432 en la frontera. Este año pudieran morir más.
No es posible que el país que se percibe a sí mismo como el más adelantado y libre del planeta trate casi como esclavos a millones de sus habitantes. Es un apartheid. Estados Unidos está dividido en dos: la población legal y luego, abajo, lejos, los indocumentados. Es una subclase explotada, asustada, sin derechos, sin representación y que crece cada día.” Jorge Ramos Avalos, El día más triste.