Ricardo Coler propone prestarle más atención al chisme, en el sentido de estudiar de dónde emana su poder: “El chisme tiene fuerza propia y algunas características envidiables para los que se dedican a otros temas un poco más presentables. Se transmite con rapidez, produce un interés instantáneo y además lo percibimos como una sensación corporal. Escuchar un chisme genera algo que sólo se compara con lo que produce escuchar un chiste. Descubrir la intimidad de otros despierta atención en forma natural, algo que no logran ni la física cuántica ni las reglas gramaticales ni los vericuetos de la informática. El chisme domina el principal placer del secreto: la posibilidad de ser revelado. Además, es un tipo de conocimiento realmente democrático: atraviesa todas las clases sociales sin hacer diferencias de raza, sexo o religión.” Apología del chisme.