Andrés Ibáñez escribe seis tesis sobre la literatura contemporánea, muy duras: “Cada vez se escribe peor, con menos inspiración y con menos voluntad artística. La literatura comercial y de mero entretenimiento, cuya existencia no sólo es inevitable sino también absolutamente necesaria dentro del gran ecosistema que es la Literatura en general, está invadiendo todas las áreas del mundo editorial al tiempo que sufre un espectacular y al parecer imparable descenso de calidad y de rigor. En todas las épocas ha existido literatura de entretenimiento, que ha ido desde la basura deleznable hasta obras maestras como La isla del tesoro o La piedra lunar, pero la literatura de entretenimiento de nuestra época ha descendido, en general, hasta unos niveles de exigencia verdaderamente ínfimos.” Y sostiene que esto sucede porque “La literatura posmoderna pretendió romper el castillo de Axel del modernismo y unir el arte elevado con las formas populares (novela negra, ciencia-ficción, fantasía, etc.), pero perdió la batalla. [...] Perdió la batalla porque en vez de «redimir» a la cultura popular, fue devorada por ella.” Del canon al clon.