María Ángeles Lázaro y María José Navarro escriben un extenso y documentado texto sobre las competencias básicas propuestas por el Ministerio de Educación para la ESO, todo muy abstracto y poco concreto: “Lo que nos lleva siempre al mismo problema: estas CB son, en la práctica, un adorno retórico, o una cortina de humo para insertar las condiciones que pone el mundo del trabajo y la empresa para que la educación sea rentable como inversión del Estado. Y éste es el punto por el que el profesorado, implicado en la educación integral de los niños y los jóvenes que le son confiados, ha protestado siempre: es cierto que el mundo del trabajo y sus exigencias futuras han de estas presentes en el conjunto de la educación que reciben los estudiantes, pero hay que hacerlo de un modo transversal, es decir, que los niños y los jóvenes han de ser educados porque son personas, y se están preparando para ser seres humanos relacionales, ciudadanos y también, pero también, profesionales que deberán trabajar para ganar su vida. Por eso, la inversión del Estado importa porque hace un país mejor, y no porque las asociaciones europeas de empresarios aspiren a tener trabajadores adecuados, pues eso es una reducción intolerable de la dimensión humana.” Legislar entre la realidad y el deseo.