Naomi Klein, Israel, laboratorio para un mundo fortificado: “la economía de Israel no es próspera a pesar del caos político que acapara titulares, sino a causa, precisamente, de ese caos. Esa fase de desarrollo data de mediados de los 90, cuando Israel estaba en la vanguardia de la revolución de la información –la economía más dependiente de la tecnología en el mundo—. Tras el estallido de la burbuja del punto.com en 2000, la economía de Israel quedó devastada; fue su peor año desde 1953. Luego vino el 11 de septiembre, y, subitáneamente, se abrieron nuevos horizontes de beneficio para cualquier compañía que se declarar capaz de detectar terroristas en masa, sellar fronteras frente a cualquier ataque y sacar confesiones de prisioneros mudos.
En tres años, buena parte de la economía tecnológica de Israel ha sido radicalmente reorientada. Dicho en términos friedmanescos: Israel pasó de inventar instrumentos reticulares para el “mundo plano” a vender vallas para un planeta trocado en apartheid.”