Miguel A. Murado, Una guerra civil esponsorizada: “En este caso, a Solana le ha parecido conveniente aprobar un golpe de Estado contra un Gobierno elegido en unos comicios organizados por la propia Unión Europea. Todo porque no ganó el que tenía que ganar. Es lo que tiene la democracia. Hamás no reconocía a Israel. Tampoco España cuando Solana era ministro en 1982, y tampoco Israel reconoce a Palestina; pero ¿qué más da?
El caso es que ya entonces muchos se preguntaron qué necesidad había de celebrar unas elecciones como si los palestinos fuesen libres. No lo son, y forzarles a competir por el control de su miseria sólo podía acabar mal. Pero Israel, nuestro principal asesor en estas cuestiones, aseguraba que el problema de los palestinos no es, contra lo que pueda parecer, la falta de libertad, sino los malos líderes que tienen.”