Empujado por la noticia del (falso) reality show de una televisión holandesa en la que, supuestamente, el premio final era un riñón y los concursantes pacientes necesitados de transplantes, Arnaldo Kraus reflexiona sobre el inmundo mercado de órganos: “Desde hace muchos años, se sabe que, auspiciado por la riqueza de los receptores y la necesidad para sobrevivir de los receptores, existe un nauseabundo “turismo de trasplantes”. Comercio soterrado, pero curiosamente permitido por las naciones donde estos actos se llevan a cabo bajo el pretexto de que “nadie sabe nada” o porque se acepte, sin publicitarlo, que los donantes tendrán, al vender algún órgano, dinero suficiente para mejorar sus condiciones de vida.
En naciones como China, donde la palabra ética se lee desdibujada en los diccionarios, se “estimula” a algunos presos condenados a la pena de muerte para que se les extraigan todos los órganos posibles antes de morir y cuyo destino son los quirófanos vecinos, donde receptores extranjeros, cobijados por médicos, también extranjeros, y compañías farmacéuticas y de biotecnología esperan riñones, córneas e hígados. Amoralidad es un término inapropiado y corto para definir la actitud de esos doctores y de esas compañías; ¿cómo denominarlo? No lo sé; el lenguaje espera un concepto para definir esas acciones.” Comerciar con la vida.
2007-06-07 22:09
En el mundo del hombre todo es posible, desde lo mas bello hasta lo mas horrible, por eso nada me asombra.” Traducido así en valores “(orgánicos he inorgánicos)”…