Tomás Eloy Martínez escribe sobre el ansia del hombre por elevar edificios cada vez más altos: Las nuevas torres de Babel: “Cuando fui a New Haven, aprendí de memoria el versículo 4 del capítulo 11 del Libro del Génesis, y se lo recité a César Pelli para saber qué le parecía. «Eh, dijeron los hombres. Vamos a edificar una ciudad con una torre cuya cima hienda los cielos.» «Esos hombres querían oír la voz de la eternidad», me respondió el arquitecto. «Fue un acto de orgullo, pero movido por el deseo de estar cerca de Dios.» ¿Cuánto más alto subirán las torres de Babel de este siglo XXI? Después de los 800 metros del rascacielos Burj Dubai se ha puesto en marcha el proyecto de una ciudad vertical que podría superar el kilómetro de altura. Ya no se espera un castigo como el de la dispersión de las lenguas que destruyó a Babel, ni una fuga en masa de la especie humana, después de la cual nadie podría encontrarse con nadie. Los arquitectos suponen, sin embargo, que Dios hablará a su manera. Y que, cuando lo haga, dirá algo que ahora está más allá de toda imaginación.”